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Un mundo globalizado, invadido por los medios, en el que las imágenes, el consumo y la competitividad nos abordan a diario, parece olvidada la comunicación entre personas. Y cuando ésta se produce, se nos presenta llena de artificios y vacía en contenido.
Esto genera además de un remplazamiento de valores, una alienación del individuo, llevándole a producir un discurso similar, sino igual, que el resto de sus semejantes; por lo que el individuo como tal, deja de tener sentido.
El hecho de que aparezcan por un mass-media como es la televisión, genera nuevas inquietudes persoanles frente a la capacidad o incapacidad por controlar nuestros pensamientos y deseos. Estamos totalmente sumergidos en este vorágine consumista, "informativo", lleno de falsos discursos, y del que nos resulta prácticamente imposible escapar. Repercutiéndo directamente en nuestra libertad de elección y llevándonos a la mímesis del pensamiento y de la comunicación.